También me entristece como a medida que vamos creciendo
acumulamos tantos prejuicios ante lo nuevo o diferente y que por ello nos
perdemos situaciones, actividades y momentos bonitos, sencillos, divertidos, en
los que podemos aprender mucho y sin que nos cueste esfuerzo y dinero.
He podido ver niños que son dirigidos por los
prejuicios de los adultos y que estan a expensas de las órdenes,
permisos de sus padres, como también acostumbrados a realizar tareas sin libertad, experimentación
o entretenimiento, simplemente realizan una actividad infantil porque creen que es una obligación hacerlo,
terminarlo y ya está: ya lo he hecho = fin de la actividad. Esto me entristece
aún más que el caso de los adultos, pues significa que estos niños se saltan sin
darse cuenta toda la niñez.
Los primeros años de vida del niño son en los que va
descubriendo el mundo que les rodea, los objetos, el espacio, las personas, las
actividades. Quieren experimentar, curiosear, probar, sentir, etc. con la
naturalidad con la que nacen, sin prejuicios, rechazos, sin objeciones y sin límites.
Estoy completamente de acuerdo en que los niños no conocen el riesgo y ahí tenemos que estar los adultos alertas, pero NO para
presentarles el miedo (puedes leer esta entrada sobre el miedo, link) y el peligro asustándoles y limitándoles, si no para
evitar que sufran algún daño y se metan en un riesgo alto para su vida y salud.
Si lo pensamos bien y nos arriesgamos a interiorizar en nosotros
mismos, vemos que no son sus miedos los que evitamos, si no que son nuestros
propios miedos los que les inculcamos.
Esta acción inconsciente crea adultos en los niños, hace que
pierdan las mejores capacidades de su vida poco a poco, anula su creatividad y
espontaneidad para conquistar el mundo con lo que les hace crecer, aprender
y expresarse.
No debemos anular su espontaneidad e imaginación siendo
limitantes con ellos, pues al contrario de lo que consideramos, no los estamos permitiendo
crecer y aprender, si no que les estamos haciendo crecidos sin crecer. Grave
error que arrastraran toda la vida.
Es nuestra tarea acompañarlos, participar en su imaginación, en su juego
infantil, en sus exploraciones, experimentaciones y facilitarles en todo lo
posible las experiencias que fomenten estas cualidades. Nuestro papel es
proporcionarles espacio, materiales, ocasión y tiempo para jugar y ejercer
libremente su creatividad, sin corregirles en su arte, en sus experimentos y
pruebas, por mucho que se salgan de la línea o emborronen un dibujo no hay que
corregir trazos ni colores debido a un cuadriculado sentido de la realidad, si no
que su actividad tiene que ser divertida, lúdica y libre.
Los niños necesitan que sus padres, cuidadores, educadores,
profesores y personas de referencia sean creativos y espontáneos, que sepan
jugar e imaginar y que no hagan una tragedia cuando algo se ensucia, se manchan
o se desordena. La obsesión por el orden, la limpieza y la obligación de
realizar tareas no es compatible cuando se trata de educar a los niños.
Se debe encontrar un equilibrio entre los límites , como
las actividades o acciones que les ponen en alto riesgo para su vida y salud, sin paralizarlos a base de
prohibiciones y advertencias catastróficas.
Al igual ocurre con la imaginación y el mundo de la fantasía,
muchos padres creen que enseñarles el mundo mágico o imaginario es engañar a los niños y
prefieren no hablarles mucho de estos personajes, pensando que de tal modo
evitan futuras decepciones cuando se enteren de la realidad de los Reyes
Magos, de Papa Noel, del Ratoncito Pérez, etc.
"Privarles de este mundo de fantasía a los niños es privarles de un
gran alimento para su imaginación, su desarrollo y también su alma. El
pensamiento infantil es principalmente mágico y esta magia les ayuda a comprender el difícil mundo que les rodea.
El niño pequeño no distingue entre las cosas que son reales y las que son
inventadas. Por ello tienen una imaginación sin límites".
Por esta misma razón, hemos de evitar contarles historias
maléficas de brujas o monstruos
que hacen daño (como que viene el hombre del saco), pues también se las creerán causándoles daño, miedo e inseguridad.
En cambio, a los niños les ayuda mucho conocer historias sobre personajes
mágicos que hacen acciones buenas , reparten amor, sonrisas, protección o velan
por la seguridad de todos los niños. Necesitan creer en personajes e historias
que transmitan amor, confianza, seguridad
y buenas acciones pues esto les ayuda a crecer sanos contrariamente a lo que
muchos piensan.
Los cuentos e historias para niños son junto a la espontaneidad
y experimentación, una de las mejores herramientas para ayudarles a comprender
el mundo que les rodea, potenciando su ilusión y su alegría haciéndoles crecer fuertes y sanos.
Los niños no saben distinguir la fantasía
de la realidad, aquí me refiero a su propia fantasía y la de los cuentos, teatros, dibujos, etc. Ya que respecto a la fantasía que les imponen los adultos, a ser: Reyes magos, Papa Noël, Ratoncito Perez, etc. Saben perfectamente que no es cierto. Somos los adultos los que les inculcamos creen en ello y la sociedad, televiisión , anuncios, etc. se encarga de reforzarlo a la vez que magnificarlo, santificarlo y hacerles pensar que si no creen en ello hacen mal.
Los Reyes Magos, las Hadas y el Ratoncito Pérez,
etc. existen en la fantasía adulta, no en la de ellos. Les estamos mintiendo, con algo que le hacemos creer y eso no lo considero aceptable. Ellos lo saben y más tarde confirmaran su sospecha, con el resultado de : ¡Nos han mentido!. ¡Mis padres me han mentido!, pues el dolor que tiene un niño tras enterarse que los Reyes no existen (por ejemplo), no es por el hecho en sí de la fantasía, sino por sentirse engañados y defraudados por sus padres. En su mente se siente altamente traicionados.
Los adultos, también necesitamos las dosis de pensamiento mágico, por ejemplo, para encontrar soluciones, resoluciones y solventar situaciones
difíciles de la vida, también para
nuestra propia alegría, de atrevernos a disfrutar sin perdernos las muchas oportunidades
que nos ofrece la vida y personas en cada instante. A la vez que para ir de la mano de nuestra esencia, cuidar y amar al niño que hemos sido y que
siempre nos acompaña. Nuestro lado infantil. Pero recordemos, que sea nuestra propia imaginación la que cree esa fantasía o recuerde nuestra fantasía infantil, no la fantasía impuesta desde fuera, esa fantasía (creencias sociales, mercantiles, y casi me atrevería a decir políticas). Sin darnos cuenta, esto ayudará mucho a nuestros hijos, ofrece seguridad, autoconfianza, y autoestima.
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